La Educación de los hijos

La educación de los hijos es una tarea ardua, difícil, necesaria e imprescindible. Es una ciencia que  tenemos que estudiar ya que no estamos  preparados a ella sólo por el hecho de haber engendrado a nuestros hijos, es un proceso de aprendizaje;  tenemos que buscar respuestas para adecuar nuestra realidad a la sociedad actual, sociedad cambiante en la que nuestros hijos van a ser los nuevos ciudadanos: políticos, profesionales, obreros,  empresarios, sacerdotes etc., padres, que a su vez tendrán que educar a sus hijos y en tanto y cuanto estén bien formados en los grandes valores de paz, justicia, solidaridad, perdón  y amor, construirán para ellos, para la sociedad y para la posteridad, un mundo mejor.

Educar no es sólo señalar y censurar los errores, educar es sobretodo incentivar el bien, enseñar buenas costumbres, darle valor a las buenas obras  y estimular para que vayan aumentando su personalidad y lleguen un día a ser autónomos, personas felices.

Hay que ser firmes cuantas veces sean necesarias, firmes y seguros, contagiando a los hijos y enseñándoles a encarar las dificultades con optimismo y animándoles a conseguir los objetivos marcados, pero a la vez, flexibles y cariñosos, y a medida que van haciéndose mayores, adolescentes, hay que ir soltando amarras, dejarles caminar solos, estando  a una cierta distancia, lo suficientemente cerca, por si hiciera falta ayudar en cualquier momento

Un exceso de críticas  y censuras, les vuelve inseguros, pero apreciar lo bueno, lo positivo que hay en ellos, les estimula y anima a seguir por el camino del bien, les estimula a mejorar, porque para ellos es importante comprobar que sus padres y  profesores aprueban sus actitudes  y se enorgullecen de verles responsables y eficaces.

Cuando los hijos hacen algo digno de censura, hay que regañarles con calma, evitar gritos, la ira, la cólera, que nos lleva a decir palabras inapropiadas, que pueden ofenderles y lastimarles, herirles y llevar a cometer injusticias. En un exceso de enfado, algunos padres les gritan “¡no vales para nada!”, “¡eres un inútil!” creando en sus hijos un sentimiento de fracaso que  no se les  olvida nunca.

La educación tiene que partir desde  el amor y tiene que empezar en el mismo instante de su nacimiento, tiene que estar basada en los principios morales, virtudes, religión y valores positivos.   Si desde pequeños les vais inculcando estos valores iréis creando en ellos un trasfondo  que se convertirán en pautas de conducta.

La educación tiene que ser familiar: padre, madre, abuelos, hermanos, todos los integrantes de la familia en la que han nacido los niños a educar, y tiene que ser una educación basada en el amor; pero no hay  que confundir  el amor con dejarles hacer todo lo que ellos quieran, o no regañarles nunca por no querer contradecirles o  porque nos da pena verles tristes, hay un refrán que dice “quien bien te quiere te hará llorar”.  Hay muchos padres que se creen mejores dándole a los hijos todo lo que ellos les piden, que no saben dar un no por respuesta, esto es un error,  pues el día de mañana no van a estar preparados para enfrentarse a la vida ni a los problemas que se le presenten, como no han tenido que esforzarse nunca, tampoco saben hacerlo ahora.

A los hijos hay que educarlos en la exigencia, a saber renunciar a aquello que no les beneficia. Los padres no deben imponer (cuando ya van siendo mayorcitos) pero sí aconsejar y con su ejemplo, cariño, amor y diálogo, llevarlos a aceptar por si mismos la renuncia, a hacer aquello que no querían hacer, a dar lo que no querían dar, a  conseguir que  se den cuenta de lo que es mejor para ellos. Porque es muy importante educarlos en libertad, cada persona, cada hijo es diferente  y a veces lo que va bien para uno no es lo apropiado para el otro. Los hijos son reacios a cumplir los mandatos o exigencias de los padres pero sin embargo suelen hacer lo que nos ven hacer si aceptan nuestras costumbres, nuestro quehacer diario.

Es el niño el que se educa a si mismo. El educador orienta, interviene y busca  despertar la actividad del niño, pero si éste no activa el proceso educativo, no hay educación, es el niño el que va adquiriendo nuevas conductas a lo largo de su vida, por eso es tan importante conseguir que acepten nuestra forma de pensar. Tener autoridad y firmeza es fundamental para conseguir que el niño, el joven o el adolescente, se reafirmen y adquieran solidez.

Pero la autoridad no debe ser la de  “mando y ordeno” o “porque yo lo digo” sin un razonamiento,  si no que esta firmeza y autoridad tiene que ser razonada, comprensiva y dialogante.

Es imprescindible que los niños crezcan en un ambiente de paz, cariño, comprensión, buenos modales, ayuda mutua, diálogo,  alegría y amor. Hay que evitar peleas o tensiones en su presencia

Es importante también  que se les enseñe desde pequeños que nuestra familia, nuestro hogar, es cosa de todos, somos un conjunto en la que cada uno tiene su responsabilidad, por lo que tienen que participar en las tareas de la casa lo mismo que hacen  tanto su papá como su mamá,  porque, desde luego, ellos son los primeros que tienen que  dar ejemplo.  Y desde chiquitos hay que animarles a vestirse  solos, a comer de todo, a ordenar su habitación, a recoger sus juguetes una vez usados, a compartir con los demás hermanos, a ayudar al que le necesita etc.

Y una buena política es, cuando ya van siendo más mayorcitos los hijos, acompañarlos en sus juegos, participar con ellos del deporte del colegio, no faltar nunca cuando os avisan para una reunión de padres, ayudarles en los estudios, perder tiempo con ellos. Yo comprendo que ahora que trabajan  los dos padres lleguen  cansados y con ganas de descanso,  pero, por favor, escuchar a vuestros hijos aunque os cuenten cosas que para vosotros no tienen importancia, porque para ellos sí la tiene y necesitan vuestro apoyo o aprobación.

Dejar que confíen en vosotros, si os cuentan un secreto, aunque os parezca una tontería, guardarlo en lo profundo del corazón y sólo si él os da permiso, comentarlo con el cónyuge, porque el niño necesita vuestra confianza y si le defraudáis difícilmente volverá a confiar en vosotros y buscará esta confianza en otras personas: amigos, profesores etc.

Escucharles con paciencia,  les da seguridad saber que compartís sus dudas, sus problemas, es importante oírles atentamente en silencio y aunque los notéis equivocados, no os adelantéis a rebatirles, analizad y tratad de comprender lo que él quiere decir, y, después habladle con cariño, con paciencia y dadle vuestro parecer.

Nuestros hijos deben formarse una personalidad sólida para enfrentarse a la vida que les corresponderá vivir.

Coloma

 

 

 

2 comentarios en “La Educación de los hijos”

  1. Y, por supuesto, hay que apoyarlos cuando se presente el caso de tener una orientación sexual diferente a la heterosexual. No hay nada de malo en ser gay, lesbiana, transgénero, cisgénero, etc. Todo está bien y no debemos asumir que nuestro hijo es heterosexual solo porque eso es lo más común. De nada depende ser gay o no, con eso se nace y hay que aceptarlo y amarlo porque no hace daño a nadie 🙂

    1. Adriana: Estoy contigo.
      Lo más importante es a aceptar a cada hijo como es, por eso es necesario hablar mucho con ellos para saber de sus sentimientos, de sus gustos, de sus inclinaciones y apoyarles siempre y quererlos como son.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.

Scroll al inicio