Reglas para vivir en pareja

Para Sternberg, el amor está compuesto por 3 cualidades que se manifiestan en cualquier relación amorosa: intimidad, pasión y compromiso. Estos elementos, se entremezclan entre sí, pero saber distinguirlos en un marco teórico nos ayuda a comprender el fenómeno del amor y a reconocer mejor sus matices y detalles.

Intimidad: La intimidad hace referencia al sentimiento de cercanía, a la conexión entre las dos personas que forman parte de la historia de amor, a la confianza entre ellos, a la amistad y al afecto.

Pasión: Este componente es la excitación o la energía de la relación. Los sentimientos de la atracción física y el impulso o la necesidad de estar con la otra persona y de tener relaciones íntimas.

Compromiso: Hace referencia a la decisión de seguir en la relación a pesar de los altibajos que puedan surgir. Incluye aspectos como los momentos vividos, la historia de la relación, etc.

Dependiendo de las combinaciones que se produzcan entre estos componentes, las relaciones amorosas serán distintas.

Todos sabe­mos que para mantener una relación duradera hace falta valor, decisión y resistencia. La base de todo matrimonio debe de estar basada en la amistad. Los matrimonios felices están basados en una profunda amistad. Los cónyuges se conocen íntimamente, conocen los gustos, la persona­lidad, las esperanzas y los sueños de su pareja. Muestran gran con­sideración el uno por el otro y expresan su amor no sólo con gran­des gestos, sino con pequeños detalles cotidianos. A través de las cosas pequeñas pero importantes  mantienen la amistad que es el fundamento de su amor.

La amistad aviva las llamas de la pasión porque ofrece la me­jor protección contra los sentimientos negativos hacia la pareja. Significa que los pensamientos positivos que albergan el uno sobre el otro y sobre su matrimonio son tan dominantes que imperan sobre los sentimientos negativos… Esta positividad les hace sen­tirse optimistas hacia su matrimonio y su vida en común, y les mo­tiva a concederse el uno al otro el beneficio de la duda.

La mayoría de los matrimonios comienzan con un grado tan alto de positividad que a los cónyuges les resulta difícil imaginar que su relación puede deteriorarse. Pero muy a menudo este esta­do no dura mucho. Al cabo de un tiempo la irritación, la rabia y el resentimiento pueden crecer hasta el punto de que la amistad se torna cada vez más indiferente.

Cuando tenemos diferencia en nuestro matrimonio intentamos solucionarlas a esto lo llamamos  intentos de desagravio

Los in­tentos de desagravio son el arma secreta de las parejas  inteligentes, Y lo que determina el éxito de los intentos de desagravio es la fuerza de la amistad matrimonial.

La mayoría de los desacuerdos matrimoniales no tienen solución. Las parejas pasan años intentando cambiarse el uno al otro. Pero esto es imposible. Y esto es así porque la mayor parte de sus desacuerdos está basa­da en diferencias fundamentales de personalidad, valores o estilo de vida. Discutir por estas diferencias no es más que una pérdida de tiempo y una forma de dañar el matrimonio.

Lo que necesitas es com­prender las diferencias esenciales que provocan el conflicto entre tú y tu pareja, y aprender a vivir con estas diferencias honrándose y respetándose el uno al otro. Sólo entonces podréis dar un senti­do a la relación.

En la mayoría de los matrimonios son los  hombres los que se siente inocentes por lo que cuando la mujer les plantea un desacuerdo   piensan  «No pienso aguantar esto», «Se van a enterar de quién soy yo» lo cual lleva al desprecio o la beligerancia. O bien se consideran víctimas inocentes de la ira o las quejas de su esposa « ¿Por qué siempre me echa la culpa de todo?», lo cual lleva a la actitud defensiva.

A causa de estas diferencias, la mayoría de los matrimonios siguen un patrón similar en los conflictos. Según este patrón, la esposa, que es por constitución más capaz de enfrentarse a la tensión, saca a colación algún tema no resuelto. El esposo, que no es  capaz de enfrentarse a ello, intentará evitar el tema. Puede ponerse a la defensiva o evadirse, o incluso tornar­se beligerante o despectivo en un intento por silenciar a la esposa.

Cuando una persona se siente abrumada es prácticamente ine­vitable que se distancie de su pareja. Esto a su vez hace que el otro cónyuge se sienta solo.

Cosas que se deben de evitar para que ninguno de los dos se sienta abrumado

Cosas que no debemos de hacer.

Primero no criticar. Hay que saber diferenciar  quejas de críticas

Segundo no despreciar. El desprecio, en cualquiera de sus formas  envenena las relacio­nes porque implica disgusto. Es imposible resolver un problema cuando tu pareja está recibiendo el mensaje de que estás disgusta­do con ella. El desprecio aumenta siempre el conflicto, en lugar de favorecer la reconciliación.

Tercero no tener una  actitud defensiva. El cónyuge agresivo no da su brazo a torcer ni pide perdón. Esto sucede porque la actitud defensiva es en realidad un modo de culpar a la pareja. Lo que estamos diciendo en esencia es: «El problema no soy yo. Eres tú. ».

Las críticas, el desprecio y la actitud defensiva no siempre en­tran en el hogar en estricto orden.

Cuarto no tener una  actitud evasiva

Pensemos en el esposo que llega a casa del trabajo, se encuen­tra con un bombardeo de críticas de su esposa y se esconde detrás de un periódico. Ha recurrido a la actitud evasiva. . Generalmente las per­sonas recurren a la evasión como una protección para no sentirse abrumadas.

 

Cuando surge alguna de estas situaciones uno de los cónyuges intenta solucionar la situación a esto lo denominamos  intentos de desagravio

Un factor crucial en ese patrón es si los intentos de desagra­vio funcionan o fracasan. Cuando alguno de estos elementos está presente en la comunicación, los inten­tos de desagravio no suelen ser siquiera advertidos. Especialmen­te cuando nos sentimos abrumados, no somos capaces de oír una bandera blanca verbal. Y la actitud defensiva aumenta, Hasta que por fin uno de los cónyuges se distancia.

Hay dos clases de conflicto matrimonial

PROBLEMAS INSOLUBLES

Por desgracia la mayoría de los conflictos matrimoniales son insolubles.

Las parejas entienden intuitivamente qué problemas forman parte inevitable de la relación, de la misma forma que las enferme­dades crónicas son inevitables cuando uno envejece.

En los matrimonios inestables, los problemas perpetuos acaban por matar la relación. En lugar de tratarlos de forma efectiva, la pareja se queda estancada en ellos. Sostienen las mismas conversa­ciones al respecto una y otra vez, moviéndose en círculos sin resol­ver nada. Al ver que no avanzan se van sintiendo cada vez más heridos, frustrados y rechazados por el otro. Cada uno se enquista cada vez más en su posición, hasta que se sienten abrumados. Entonces comienzan el lento proceso  a distanciarse el uno del otro. Están en camino de llevar vidas paralelas y vivir una inevitable soledad

LOS SIGNOS DE ESTANCAMIENTO

  • El conflicto te hace sentir rechazado/a por tu pareja.
  • Habláis de él una y otra vez pero no avanzáis.
  • Os atrincheráis en vuestras posiciones y no estáis dispues­tos a ceder.
  • Cuando discutís el tema acabáis frustrados y heridos.
  • Las conversaciones sobre el tema carecen de buen humor o afecto.
  • Con el tiempo sois cada vez más inamovibles, lo cual os lle­va a insultaros el uno al otro durante las discusiones.
  • Estos insultos a su vez os hacen atrincherar más y extremar vuestro punto de vista, con lo cual cada vez estáis menos dispuestos a llegar a un acuerdo.
  • Finalmente os distanciáis. Si esto te resulta familiar, te consolará saber que hay una for­ma de salir de esta parálisis. Como verás lo único que se necesita es motivación y estar dispues­to/a explorar las causas ocultas que provocan el estancamiento. La clave será descubrir y compartir los sueños personales que ten­gáis en la vida. Los sueños no realizados están en la base de todo conflicto paralizado.

 

PROBLEMAS SOLUBLES

El que un problema tenga solución no significa que se solucione. Cuando un problema provoca una tensión excesiva, es porque la pareja no ha aprendi­do técnicas efectivas para solucionarlo… La mayoría de estas estrategias consisten en validar la perspectiva del compañe­ro y aprender a escuchar. Esto no está nada mal, pero el problema es que esto no resulta fácil para mucha gente, y mucho menos cuando uno está enfadado o tenso.

Las parejas deberán aprenden:

  1. A plantear las discusiones con suavidad y no con violencia.
  2. El uso efectivo de los intentos de desagravio.
  3. A monitorizar tu fisiología durante las discusiones tensas en busca de señales que indiquen que te sientes abrumado
  4. A llegar a un compromiso
  5. A ser más tolerantes con las imperfecciones del otro

LA CLAVE DE LA RESOLUCIÓN DE TODOS LOS CONFLICTOS

 La base para enfrentarse de forma efectiva a cualquier clase de problema es la misma: comunicar tu aceptación básica de la personalidad de tu compañero. Por nuestra naturaleza humana, es prác­ticamente imposible que aceptemos consejo de nadie a menos que sintamos que esa persona nos comprende. De modo que la regla básica es: antes de pedir a tu pareja que modifique su modo de conducir, comer o hacer el amor, debes hacerle sentir que la com­prendes. Si alguno de los dos se siente juzgado, incomprendido o rechazado por el otro, no podréis enfrentaros a los problemas del matrimonio. Y esto se aplica tanto a los grandes problemas como a los nimios. Resultará más fácil reconocer esta verdad si la piensas desde su propia perspectiva. Tal vez descubras que, en una discusión, tu pareja es más conciliatoria de lo que imaginabas, una vez sepas escucharlo.

 Tal vez lo más importante es que cuando un hombre acepta la influencia de su mujer, su actitud mejora la relación al fortalecer su amistad. Esto sucede no sólo porque la ausencia de luchas de poder hace el matrimonio más agradable, sino porque el esposo está abierto a aprender de su esposa. Y no hay duda de que las mujeres tienen mucho que enseñar a los hombres sobre la amistad.

 SUAVIZA EL PLANTEAMIENTO DE LAS CONVERSACIONES

Si comenzamos una discusión de forma agresiva lo más seguro es que termine mal. Pero si co­menzamos con suavidad, quejándonos, pero sin criticar o ata­car, lo más probable es que la discusión sea productiva.

  • Quéjate sin echar la culpa a tu pareja
  • Emplea frases que empiecen con «yo» en lugar de «tú»
  • Describe lo que está pasando, sin evaluar ni juzgar
  • Exprésate con claridad
  • Sé amable
  • Sé agradecido/a
  • No te guardes nada

 APRENDE A OFRECER Y RECIBIR INTENTOS DE DESAGRAVIO

 Saber frenar es también muy importante en el matrimonio Si una discusión empieza con mal pie, o si nos encontramos en un círculo vicioso de recriminaciones, podemos evitar un desastre si sabemos frenar. Estos frenos son los intentos de desagravio.

Sí, es verdad», contesta. Esto es un intento de desagravio. Mitiga la tensión, de modo que el otro se muestra proclive a encontrar el perdón. Lo que distingue a los matrimonios emocionalmente inteligentes no es que sus intentos de desagravio sean más hábiles o mejor pensados, sino que la persona que escucha los recibe. Esto es así porque la relación no está cargada de negatividad.

COMUNICANDO EL MENSAJE

 No tenéis que esperar a que el matrimonio mejore para que los intentos de desagravio comiencen a ser efectivos. Comenzad prestando aten­ción y aprender a reconocerlos cuando se os ofrecen.

Una de las razones de que no percibamos un intento de de­sagravio es que éstos no siempre vienen envueltos en un tono dulce o positivo. Puesto que resulta difícil oír los intentos de desagravio si la relación está envuelta en negatividad, la mejor estrategia es expresar tus intentos de desagra­vio de un modo claro.

Muchas de estas frases,  te sonarán hipócritas Esto es así porque no es tu modo habitual de hablar con tu pareja cuando estás enfadado/a. Pero no significa que tengas que rechazarlas. Con el tiempo te resultarán más familiares y podrás modificarlos para que se adap­ten mejor a tu modo de hablar y tu personalidad.

Siento que

  1. Me estoy asustando.
  2. Por favor, dilo con más suavidad.
  3. ¿He hecho algo mal?
  4. Eso hiere mis sentimientos.
  5. Eso me parece un insulto.
  6. Me siento triste.
  7. Siento que me estás culpando. ¿Podrías decir eso de otra manera?
  8. Siento que no me aprecias.
  9. Siento que estoy a la defensiva. ¿Puedes decirlo de otra manera?
  10. Por favor, no me des sermones.
  11. Siento que en este momento no me estás comprendiendo.
  12. Empiezo a sentirme abrumado/a.
  13. Me siento criticado/a. ¿Puedes decirlo de otra manera?
  14. Empiezo a preocuparme.
  15. Necesito calmarme

 

O también frases como esta

  1. ¿Puedes hacer que me sienta más seguro/a?
  2. Necesito que la situación se calme ahora mismo.
  3. Necesito tu apoyo ahora mismo.
  4. Escúchame y trata de comprenderme.
  5. Dime que me quieres.
  6. ¿Puedes darme un beso?
  7. Quisiera retirar eso que he dicho.
  8. Por favor, sé más amable conmigo.
  9. Por favor, ayúdame a calmarme.
  10. Por favor, calla un momento y escúchame.
  11. Esto es importante para mí. Escúchame, por favor.
  12. Necesito terminar lo que estaba diciendo.
  13. Empiezo a sentirme abrumado/a.
  14. Me siento criticado/a. ¿Puedes decirlo de otra manera?
  15. ¿Podemos descansar un momento?

En la inmensa mayoría de los casos, cuando un cónyuge no recibe los intentos de desagravio del otro es por­que el que escucha está abrumado y por tanto no puede escuchar lo que le dicen. Si te encuentras en esta condición ni siquiera el inten­to de desagravio más elocuente beneficiará tu matrimonio.

En una relación íntima, ninguno de los miembros puede salirse siempre con la suya, aunque esté con­vencido de que tiene razón. Antes de intentar resolver un conflicto recuerda que la piedra angular de cualquier compromiso es  aceptar la influencia y la opinión del otro. Esto significa que para que un compromiso sea efectivo, no puedes hacer oídos sor­dos a las opiniones y deseos de tu pareja. No tienes por qué coin­cidir con todo lo que diga o crea, pero tienes que estar sinceramente abierto/a a considerar su punto de vista. En esto consiste aceptar su influencia.

Tenemos que a prender a  ser tolerantes con los fallos de cada uno

Si tan sólo mi pareja fuera más alta mas lista, más atractiva… todos mis problemas desaparecerían. Mientras prevalezca esta actitud, será muy difícil resolver los conflictos. A menos que aceptes los defectos y debilidades de tu pareja no podrás llegar a ningún acuerdo. Lo que hace falta es. Negociar, encontrar un terreno común y soluciones satisfactorias para los dos. Pero recuerda que estas soluciones sólo son efectivas para problemas solubles,

SEXO

Aprender a hablar de sexo de modo que los dos os sintáis a sal­vo. Esto significa aprender la forma correcta de pedir lo que deseáis, y la forma correcta de reaccionar a las peticiones del otro. El objetivo del sexo es estar más cerca el uno del otro, pasar un buen rato, sentirse satisfechos, valorados y aceptados en este delicado aspecto del matrimonio.

La sexualidad es increíblemente maleable, de modo que es posible que os hagáis concesiones mu­tuas que resulten placenteras para los dos.

En una relación sexual debe existir variedad. Pero tiene que haber ocasiones en las que el sexo es una expresión de amor. Cuantas más veces suceda esto, mejor.

La mejor forma de enriquecer vuestra vida sexual es aprender más sobre los gustos del otro, dedicar un tiempo a recordar y memorizarlas, y utilizar estos conocimientos a la hora de tocar y be­sar a la pareja. Asegúrate de que estos conocimientos te resultan accesibles cuando estás excitado/a sexualmente, y aplícalos siendo consciente de las reacciones de tu pareja. Esto significa sintonizar con el lenguaje no verbal de tu pareja cuando comenzáis a hacer el amor. Pero intenta desarrollar la idea de que las palabras son también aceptables como modo de comunicación, incluso mientras hacéis el amor.

Una característica común de las parejas.

Que tienen una vida sexual satisfactoria es que consideran el sexo como una expresión de intimidad, pero no se toman de forma personal las diferencias en sus necesidades o deseos.

 Otro problema que provoca la falta de conocimientos es dar por sentado que conocemos la anatomía y fisiología sexual del otro, cuando lo cierto es que nunca hemos aprendido estas cosas.

 Para los cristianos: crear un sentido de trascendencia

 El matrimonio no consiste únicamente en educar a los hijos, dividir las tareas y hacer el amor. Tiene también dimensiones espirituales que se refieren a la posibilidad de crear una vida interior juntos, una cultura plena de símbolos y rituales, y una apreciación de vuestros papeles y objetivos que os una, que os lleve a compren­der lo que significa ser parte de una familia.

Cuando en un ma­trimonio existe este sentido de trascendencia, los conflictos son menos intensos y los problemas irresolubles no suelen llevar a sentirnos no queridos.

Pero también es cierto que un matrimonio feliz no consiste solo en saber vadear los conflictos. Cuanto más de acuerdo estéis sobre las cosas fundamentales de la vida, más significativa y fácil será la relación. Es cierto que no podéis forzaros a compartir los mismos puntos de vista, pero si estáis abiertos a las perspectivas del otro, las posturas se acercarán de forma natural. Por lo tanto, un objeti­vo crucial de cualquier matrimonio es crear un ambiente que ani­me a los cónyuges a hablar sinceramente de sus convicciones. Cuanto más habléis, con sinceridad y respeto, más se acercarán vuestras respectivas opiniones sobre el sentido de la vida.

Como ya he dicho, cuantos más valores profundos podáis compartir, más rica y gratificante será la relación. Con esto forta­leceréis también vuestra amistad. De esta forma os resultará más fácil lidiar con cualquier conflicto que surja. Y no olvidarse que Dios nos ha dado la gracia suficiente para que seamos fieles a la palabra dada .Que nuestra principal preocupación debe ser hacer feliz al otro. Así el reino de dios se hará un poco más presente en este mundo

 

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