Crecer en familias con dificultades

Los problemas de pareja se han hecho presentes en la sociedad y están repercutiendo en la manera de educar a los hijos. En las sesiones de acompañamiento a las parejas que tienen dificultades en su vida matrimonial o a las familias que tienen dificultades con sus hijos, detectamos  que a menudo existe un bloqueo porque hay ciertos temas que temen plantear.

A veces son conversaciones pendientes, que las van posponiendo porque el mero hecho de pensar en ello les provoca malestar. Como resultado, la comunicación no fluye.

En la vida familiar se dan dos tipos de comunicación. La comunicación conyugal (entre la pareja) que irá por el “hilo conyugal”, mientras la comunicación coparental (entre los dos padres) que lo hará por el “hilo parental”.

Ambos hilos van aislados, pero muy unidos en un solo cable. Si todo va bien, el fluido eléctrico funciona de maravilla por ambos hilos, el  conyugal y el parental.

Los conflictos de pareja, y a veces la separación, deja anulado el “hilo conyugal”; solo queda el “hilo parental”, por el que los padres habrán de comunicarse para seguir ejerciendo como padres responsables, al margen de las desavenencias conyugales.

Nuestra experiencia nos dice que la mayoría de las parejas no saben diferenciar estas dos comunicaciones y cuando hay conflictos la mayoría lo que hacen es cortar toda comunicación o comunicarse de una manera inadecuada. La repercusión en sus vidas personales y en la vida de los hijos se complica así. Las conversaciones pendientes generan inestabilidad. La mayoría de las veces, detrás de una conversación pendiente están las expectativas incumplidas.

Para dialogar, es importante hacerlo desde un espacio de aprecio y consideración. Cuesta conversar cuando la relación es fuente de frustración y de resentimiento, entonces se hace difícil establecer el diálogo.

Uno de los factores clave a la hora de cuidar la comunicación, radica en hablar de los temas que nos interesan con las personas que deben participar en las decisiones. Estar disponibles para dialogar y aclarar los asuntos de los que seguimos siendo responsables, es esencial. Cuando uno de los padres plantea una cuestión relacionada con los hijos y la comunicación está rota, en lugar de ser claros y abiertos diciendo lo que gustaría, se suele terminar por reprochar y recriminar.

Lo cierto es que no siempre se aplica el dicho popular de hablando se entiende la gente. A veces es lo contrario y las palabras complican la responsabilidad como padres.

Cuando las personas tienen dificultades acuden a su experiencia para saber cómo se han solucionado anteriormente. Pero en este campo no hay puntos de referencia. Cuesta trabajo aceptar que de los dos sólidos pilares que sustentan el matrimonio: el AMOR y el RESPETO,  si el amor desaparece,  quede siempre el respeto, imprescindible para un mínimo entente cordial entre los cónyuges.

Una conversación en espiral descendente,  degrada la relación, la agota, alimenta el rencor, la tristeza, la rabia y el malestar. Es entonces cuando nos entran ganas de desvincularnos, de cerrar las puertas a la comunicación con esa persona. Como resultado, la comunicación se debilita y amenaza con romperse.

La finalidad del Centro de Orientación Familiar  es ayudar a que las personas que tienen problemas de pareja o conflictos en la familia puedan transitar por una situación de reflexión familiar, conyugal o parental y lo hagan de la mejor forma posible para ellos y sobre todo para sus hijos. El resultado final dependerá esencialmente de cómo se lleve a cabo el proceso.

En nuestro Centro de Orientación Familiar ofrecemos ayuda para que la vida familiar sea lo más sana posible, para todos aquellos miembros que la componen.