Tienes derecho a estar triste

La vida no siempre es fácil. Tienes derecho a estar triste a llorar y a no querer sonreír si no lo sientes…

En tus días tristes llora si es lo que necesitas. Vale más expresar cómo te sientes que ahogarte en ello…

Sea cual sea el motivo, permítete sentir tu tristeza para desahogar todo ese dolor emocional que llevas dentro cada vez que llame a tu puerta. Aceptarlo es la única manera sana de hacerlo y la forma más adecuada para comenzar a construir el puente hacia tu bienestar.

Pero no olvides que estar triste se conecta con el recuerdo y aunque este sea útil, deja de serlo cuando apoyas toda tu vida en ello. Porque aunque no seas responsable de cómo te sientes, sí lo eres de lo que haces con ello.

A partir de ahora olvídate de tus temores y al igual que eres valiente para no preocupar a los demás, sé valiente para sincerarte contigo y descubrir en qué punto estás. Mírate al espejo y date el amor que tantas veces se te olvida para recuperar tu  autenticidad. No tengas miedo. Lo más grave que puedes descubrir es a una desconocida frente a ti.

Si es así, abrázala, abrázate. Para reencontrarse con una misma no hay mejor medicina que el calor de sentirse querida. Trátate con cariño y compresión.

Te será de gran ayuda perdonar tus errores, las veces que no supiste hacerlo bien y otras tantas que ni siquiera sabías cómo hacerlo. Nadie nace sabiendo. Tus equivocaciones forman parte de tu aprendizaje. Seguro que detrás de cada una de ellas ha habido un avance. Lo que sucede es que no te has dado cuenta.

También deja a un lado a tus queridos porqués: “¿Por qué me ha tenido que pasar a mí?”, “¿Por qué siempre es lo mismo?”, “¿Por qué se ha comportado así conmigo?“… Tan solo te seducen para que formes parte de una espiral sin salida que te aprieta el alma

Ahora, tras abrazarte y reflexionar es el momento de volver a mirarte al espejo para reconocer a quien eres de verdad. Busca tus ojos, conecta con ellos y mientras lo haces pronuncia esta sencilla frase de dos palabras: “¡Me quiero!”. Tus días tristes necesitan que los escuches para que los entiendas. Solo si lo haces, tus heridas comenzarán a cicatrizar poco a poco y el dolor comenzará a desaparecer. Comprenderlo es la clave para avanzar y el amor por ti misma la herramienta más potente que te permitirá conseguirlo.

Porque, aunque tras tus días tristes el sol aparezca con pequeños destellos depende de ti salir a recibirlo o, por el contrario, cubrirte con una manta para no darle la bienvenida. Lo que te propongo es que te atrevas. Que seas valiente una vez más para sentir y comprender tu tristeza, sin dejar en el camino de ser tú misma.

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