Todos los que somos padres o madres en alguna ocasión hemos “sufrido” peleas y discusiones entre nuestros hijos y hemos usado esa frase de “son como el perro y el gato”.
Las peleas entre hermanos son de lo más normal y lógico, no hemos de traumatizarnos con ello, porque hay consejos para que esas discusiones sean mínimas y para que el clima familiar sea más apacible. Aquí van algunos:
- Como padres somos modelos a nuestros hijos en todo, de manera que es responsabilidad nuestra que en casa exista un ambiente positivo, donde las relaciones sean sanas y respetuosas, cálidas, nuestros hijos imitan nuestra forma de hablar y de vivir.
- Enseñemos a nuestros niños a expresar sentimientos y emociones de manera adecuada, eso que llamamos inteligencia emocional, cuando se sientan enfadados o molestos por algo que sepan expresarlo sin discutir ni pelear.
- Dediquemos tiempos especiales para cada uno de ellos, que se sientan apreciados y atendidos individualmente (evitamos así las discusiones por favoritismos).
- No pongamos etiquetas, “Pepito es el contestón de la familia” o “María es la desordenada de casa”.
- Tampoco les comparemos entre ellos ni fomentemos juegos competitivos, donde haya ganadores y perdedores.
Si a pesar de todo esto nos encontramos dentro de una pelea de hermanos podemos hacer lo siguiente:
Tratar de dirigir su atención a otra actividad, sobre todo con los más pequeños. Si son mayores y no hay riesgo de agresión física dejémosles resolver sus conflictos a ellos. En caso de que se estén agrediendo separarles hasta que se tranquilicen y luego resolver juntos el conflicto.
No hagamos de árbitros ni tomemos partido, seamos lo más neutrales posibles a la hora de llamarles la atención y corregirles.
Cada padre y madre tiene sus normas en casa y de conducta, hay que ser muy pacientes y constantes a la hora de enseñarlas y de promoverlas, es cuestión de tiempo que se interioricen y que aprendan a resolver conflictos sin pelear.