La tiranía de los sentimientos

Sentimientos, emociones, nos llevan, nos gobiernan, nos hacen sentir muy bien en ocasiones, y en otras nos llevan casi al mismo infierno.
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¿De qué depende uno u otro resultado?
¿Son las emociones y los sentimientos los que deben guiar nuestro comportamiento?
¿Cómo influyen en nuestro vivir diario, en la toma de decisiones, en el afrontamiento de las dificultades?

Eso es lo que me propongo con este artículo, dar respuesta a estas preguntas y quizá a otras que te haces en este momento mientras lees estas líneas.
Las emociones son energía, motivan o nos hacen desfallecer, son estados puntuales que surgen como respuesta a una determinada forma de pensar sobre un hecho, una actuación propia o de otros. Como ejemplo podemos considerar la tristeza ante una película emotiva, la rabia ante las injusticias de los políticos, la culpa cuando he ofendido a alguien.

Los sentimientos son estados más prolongados, no obedecen a un solo hecho o pensamiento, un ejemplo que todos podemos entender es el enamoramiento, a algunos les dura lo que les dura, pero para otros es algo para toda la vida, sea como fuere tienen una duración mayor, la ira o la tristeza también pueden asentarse de forma prolongada y dar lugar en el tiempo a un estado agresivo o depresivo.

\"inteligencia_emocional-educación_emocional-control_de_emociones-comprender_emociones-percibir_emociones-manejar_emociones-utilizar-emociones\"

 

Si tenemos claro la diferencia entre unas y otros podemos pasar a ver la influencia que tienen en nuestra vida, para bien o para mal. Hay quienes dicen que hay que “reprimir” las emociones como muestra de madurez o saber estar, nada más lejos de la realidad, la madurez nos lleva a experimentar cualquier tipo de emoción o sentimiento en su justa medida, es decir, sin hacer daño a nadie, ni a mí ni a los demás, siendo nosotros quienes “tenemos el mando” y cambiamos el canal o apagamos la programación si no nos gusta (espero que entendáis la analogía del mando de la TV).

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Hay muchos por ahí fastidiando al prójimo con la archiconocida expresión “Es que yo soy así, y así me tienes que …….(amar, aguantar, etc.). Esto hay que matizarlo y mucho. Por supuesto nadie tiene que “hacer a su imagen” a nadie, hay que aprender a aceptar a todas las personas sean como sean, otra cosa es compartir sus ideas de vida o su forma de comportarse. Es importante diferenciar a la persona de sus acciones,así no pondremos “etiquetas” sobre nadie y podremos llegar a soluciones más efectivas. Lo que tampoco nadie tiene derecho es a someter bajo su voluntad a ninguna persona porque “es así”, todos debemos hacer reflexiones continuadas sobre el porqué hacemos las cosas que hacemos, y estar convencidos de que es bueno para nosotros y para los demás. Algunos pensaréis que esto es imposible de conseguir, pues NOOOOO!!!!, no es fácil, pero se puede lograr, porque las emociones y los sentimientos deben estar bajo control no “campando a sus anchas” entre amigos y familiares que ya no saben que hacer con aquellos a los que podemos denominar “tiranos emocionales”, si no haces su santa voluntad estalla la tercera guerra mundial.

Las emociones son malas consejeras, cuántas veces nos hemos arrepentido de hacer tal o cual cosa llevados por la rabia o el enfado, o por todo lo contrario por compasión o amor. No podemos tomar decisiones en base a lo que sentimos, eso es lo que llamamos razonamiento emocional, pensar y actuar según nos sentimos, a veces nos hace pagar facturas muy altas en nuestras relaciones y en el futuro personal.

Saber manejar nuestras emociones y sentimientos, tanto propios como ajenos es lo que se denomina Inteligencia Emocional, debería ser una asignatura obligatoria en los centros educativos y en todos los hogares. Así nos iría mucho mejor en nuestra propia vida y en las relaciones con los demás. Quizá otro día os cuento de que va esto de la inteligencia emocional, de momento baste con saber que nadie tiene que “aguantar” tus neuras o las mías, que todos podemos ser algo más sensibles en nuestro trato interpersonal y que se puede aprender todo lo que uno se proponga, solo es cuestión de querer hacerlo.  Para eso estamos los profesionales, para ayudarte a conseguirlo.

Mari Carmen Lara
Psicóloga General Sanitaria

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