Para qué me ha servido trabajar en el COF

\"\"Todo empezó hace 28 años cuando D Ramón, siendo obispo de Málaga,  convocó a los movimientos familiares para que nos formásemos como orientadores para poder ayudar a las familias que tenían alguna dificultad.

Cuando uno examina  el paso de Dios por su vida, descubre que las huellas le llevan mucho más lejos de lo que creía intuir en un principio.

Al iniciar  mi formación como orientador  solo eran pequeñas gotas que iban cayendo discretamente. En esta época, los profesores nos hablaban de temas relacionados con la familia.

Luego al acabar el curso abrimos el Centro de Orientación Familiar, en esa época fui aprendiendo a  ir tomando pequeñas compromisos. Todo fue muy natural y de una manera generosa

Al principio mi trabajo como orientador me parecía  muy complicado, pero no imposible; me di cuenta que me hacía falta formarme, trabajar, comprometerme   y cambiar mi actitud hacia las personas que venían a visitarnos.

En los principios pasé momentos difíciles pues me consideraba incompetente para poder ayudar a los demás  y lo importante era no venirse abajo y confiar en el trabajo que hacía, aunque no veía los frutos de manera inmediata. Esta etapa me sirvió para darme cuenta de que formábamos un equipo

Paso a paso fui incrementado mi trabajo, me inicie como orientador, luego pase a administrador y actualmente soy el director.

Con el paso del tiempo he incrementado  mis conocimientos y, sobre todo, mi experiencia; y confiar en que, paso a paso, se puede  tratar de ayudar a las personas que dios pone en mi camino. Creo que nosotros somos un instrumento en sus manos: Él es el que escribe, pero nosotros tenemos que tener el lápiz afilado.

Trataré de responder a la pregunta para qué me ha servido el trabajar en el COF.

Básicamente me ha servido para tres cosas.
\"Santiago2\"
La primera: el darme cuenta que vale la pena ayudar a las personas que han perdido la esperanza y la fe en sí mismas; y que la familia es un valor por el que vale la pena luchar por recuperarla.

La segunda: el darme cuenta que la fe es una gracia de dios que tengo que valorar. No es lo mismo recorrer la vida solo, que sabiendo que Dios nos acompaña.

Y la tercera  es muy simple: he aprendido a escuchar.  Es la mejor manera de saber cuáles son las necesidades de la personas que acude a ti. Si soy capaz de escuchar sus necesidades y las ponemos encima de la mesa, hemos dado un gran paso en la confianza mutua.

…Y todo esto me ha servido para conocer cuales con las necesidades de mi familia y tratar de ayudarla.

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